Beneficios del uso de la energía eléctrica
Encender una lámpara, la televisión, o pulsar un interruptor, son actos tan habituales en nuestra vida cotidiana que, generalmente nos olvidamos de dónde procede la energía que utilizamos, la infraestructura que hace posible todo esto, y lo afortunados que somos al tener un suministro de electricidad en condiciones de calidad y seguridad que evitan estar en riesgo, si las fuentes de las que se obtiene el suministro eléctrico se renuevan y se atiende su mantenimiento como es debido.
Muchas son en verdad las ventajas que provienen del uso de la energía eléctrica.
En la actualidad, la característica que más define a nuestras sociedades, es la continua transformación de productos naturales y de materias primas y sus derivados, en productos y servicios terminados que son necesarios a cualquier grupo social en el mundo, para lo cual se requiere enormes cantidades de energía, no solo para sostener la industria y el comercio sino también necesidades alternas como el transporte y diferentes tipos de asistencia social.
En este proceso de desarrollo, la energía eléctrica, en su costo y disponibilidad, se convierte en esencial para la actividad económica y el desarrollo humano.
La energía eléctrica se ha posicionado durante el último siglo como la reina de todas las energías conocidas, no solo por su versatilidad, sino también por su facilidad de uso. Sus ventajas son diversas: dependiendo del método de generación de esta clase de energía, podría incluso no contaminar el medio ambiente, (ejemplo: la energía solar), es fácil de transportar a través de cableado regular, y permite su accesibilidad hasta en los lugares más alejados del planeta.
El desarrollo de la energía eléctrica ha permitido un elevamiento en los niveles de vida de la población mundial y cuando realizamos una comparación entre beneficios y perjuicios ocasionados por la energía eléctrica en nuestras sociedades, debemos también tener en cuenta que el desarrollo económico y social, la asistencia técnica, los medios y métodos de comunicación, el alfabetismo, el acceso al agua potable, y la expectativa de vida, todos están condicionados por ella.
Entre los indicadores que benefician a la humanidad por el consumo de la energía por habitante, también están otros indicadores que señalan que, cerca de dos mil millones de personas (2,000 millones de los 7,000 millones de personas que somos ahora), carecen de acceso a la energía eléctrica en el planeta.
Para la ONU y otros organismos internacionales, la reducción de estos indicadores negativos se ha convertido en un objetivo que lleva consigo la producción de energía eléctrica accesible a toda la población mundial, condición básica para superar el subdesarrollo y la pobreza.
La energía eléctrica y el medio ambiente
La relación entre acceso a la energía eléctrica y el medio ambiente es innegable. La ausencia de ésta se convierte en un impedimento para la salud y la prevención de enfermedades. Para la ONU, la contaminación del aire en espacios cerrados debido a la quema de combustibles tradicionales es uno de los principales factores que causan enfermedades en las vías respiratorias.
Anualmente mueren cerca de dos millones de niños menores de cinco años por carencia de los mínimos aceptables, todos relacionados con la carencia de la electricidad. Además, en muchas zonas del planeta, el uso de biomasa o la madera ha causado la deforestación irreversible de enormes extensiones y de territorios comparables con algunos países europeos.
El cambio climático y los daños a nuestro entorno natural ha hecho necesario que el proceso de generación de la energía eléctrica deba examinarse cuidadosamente por los Estados y la empresa privada, realizando un estudio serio sobre las fuentes energéticas, un manejo más claro de los residuos que genera y alternativas viables que permitan minimizar el impacto que algunas fuentes energéticas producen sobre el medio ambiente.
En este punto la producción de energía eléctrica a través de energías renovables ha tomado más protagonismo, pero requiere una gran inversión de dinero público y privado. Una solución que permitiría el acceso a la energía para la población y una menor contaminación medioambiental, es que las fuentes renovables se generalicen en los hogares, así como los sistemas de distribución y transformación. Así, los grandes distribuidores de energía eléctrica no tendrían tanto protagonismo, aunque seguirían funcionando para equilibrar localmente las necesidades de electricidad de las pequeñas comunidades.
En la búsqueda del acceso extendido, un hogar medio europeo, o de cualquier lugar del planeta, podría paliar su consumo anual de electricidad si dispusiera de un sistema de energía solar con un sistema de almacenamiento de energía, (baterías), y paneles solares de tamaño suficiente para cubrir las necesidades básicas, de esta manera sólo se tendría que recurrir a fuentes de electricidad tradicionales algunas pocas horas por semana. Esto significa que el consumidor pasaría a tener una actitud activa en el sistema de generación de la energía, vendiendo sus excedentes y la red de generación eléctrica tradicional la cual pasaría a cumplir una gestión pasiva sobre el sistema.
La energía eléctrica es un recurso limitado; y por lo mismo, es tarea de todos racionalizar su consumo. Debemos crear una cultura de generación y ahorro de energía desde el Estado. Un claro ejemplo es que cerca de 65% de la energía utilizada para la generación de electricidad, se pierde como calor residual, sin que los gobiernos tomen medidas al respecto. De manera que, cuando la sociedad global tome conciencia sobre la importancia de la electricidad y el bien escaso que supone para una amplia capa de la población, es probable que se logre asegurar la existencia de la misma. En resumen, se trata de crear programas globales de aseguramiento y acceso a la producción energética, limpia, eficaz y, lo más importante, que sea accesible para todos.
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