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¿Quién es el Espíritu Santo?

Juan 14:27 La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.

El Espíritu Santo es el Espíritu de Dios, trae consigo la sabiduría y la voluntad de Dios, como la tenia su Hijo Jesucristo. El Espíritu Santo es el amor del Padre y del Hijo. Cristo prometió que este “Espíritu de Verdad” iba a venir y moraría dentro del cuerpo confeso de cada creyente. (1 Juan 1:9)

“Yo rogaré al Padre, y les dará otro Intercesor que permanecerá siempre con ustedes. Este es el Espíritu de Verdad que el mundo no puede recibir porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes saben que él permanece con ustedes, y estará en ustedes” (Jn 14, 16-17)

El Espíritu Santo vino el día de Pentecostés, y nunca se ausentará. Cincuenta días después de la Pascua, el Domingo de Pentecostés, los Apóstoles fueron transformados de hombres débiles y tímidos, en valientes proclamadores de la fe; los necesitaba Cristo para difundir su Evangelio al mundo. Dios necesita valientes, no cobardes. Honestos, no mentirosos. Defensores de la verdad, no cómplices de la mentira.

El Espíritu Santo está presente de modo especial en la Iglesia, comunidad de quienes creen en Cristo como el Señor. El Espíritu Santo ayuda a su iglesia a que continúe la obra de Cristo en el mundo. Su presencia da gracia a los fieles para unirse más a Dios, y entre sí en amor sincero, cumpliendo sus deberes para con Dios y para con los demás. La gracia y vida divina que prodiga hacen a la Iglesia ser mucho más grata a Dios; la hace crecer con el poder del Evangelio; la renueva con sus dones, y la lleva a la unión perfecta con Jesús.

El Espíritu Santo guía al cristiano, a los obispos, y a los presbíteros de la Iglesia, en su tarea de enseñar la doctrina cristiana, dirige las almas, y da al pueblo la gracia de Dios por medio de los Sacramentos. Orienta toda la obra de Cristo en la Iglesia: atiende la solicitud de los enfermos, enseña a los niños, prepara a la juventud, consuela a los afligidos, socorre a los necesitados.

Es nuestro deber honrar al Espíritu Santo, amándole por ser el Espíritu de Dios, y debemos dejarnos guiar dócilmente por Él en nuestras vidas. San Pablo nos lo recuerda diciendo: “¿No saben ustedes que son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?” (1 Cor 3, 16).

Conscientes de que el Espíritu Santo esta siempre con nosotros, mientras vivamos en estado de gracia santificante, debemos pedirle con frecuencia la luz y la fortaleza necesarias para llevar una vida santa y salvar nuestra alma.

La Palabra de Dios

“En verdad te digo: El que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu (Jn 3, 5-6).

“Os he dicho estas cosas estando entre vosotros. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Jn 14, 25-26).

“Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa donde se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se postraron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse (Hech 2, 1-4).

“A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común. Porque a uno se le da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro fe, en el mismo Espíritu; a otros carismas de curaciones, en el unico Espíritu; a otro, poder de milagros; a otro, profecía, a otro, discernimiento de espíritus; a otro diversidad de lenguas; a otro don de interpretarlas. Pero todas estas cosas las obra un mismo y único Espíritu, distribuyéndolas a cada uno en particular según su voluntad” (1Cor 12, 7-11).

Referencias cruzadas:  

Juan 14:1 No se turbe vuestro corazón; creed en Dios, creed también en mí.

Juan 16:33 Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tenéis tribulación; pero confiad, yo he vencido al mundo.

Juan 20:19 Entonces, al atardecer de aquel día, el primero de la semana, y estando cerradas las puertas del lugar donde los discípulos se encontraban por miedo a los judíos, Jesús vino y se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros.

Juan 20:21 Jesús entonces les dijo otra vez: Paz a vosotros; como el Padre me ha enviado, así también yo os envío.

Juan 20:26 Ocho días después, sus discípulos estaban otra vez dentro, y Tomás con ellos. Y estando las puertas cerradas, Jesús vino y se puso en medio de ellos, y dijo: Paz a vosotros.

Filipenses 4:7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús.

Colosenses 3:15 Y que la paz de Cristo reine en vuestros corazones, a la cual en verdad fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.

2 Timoteo 1:7 Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.

Oración a rezar después de la oración del pecador

Rezar esta oración después de: “Yo pecador me confieso, ante Dios todopoderoso,….”:

Bendito Espíritu de Santo Temor, penetra en lo mas intimo de mi corazón para que yo pueda siempre recordar tu presencia. Hazme huir del pecado, y concédeme profundo respeto para con Dios, y ante todos los demás creados a imagen de Dios.

Bendito Espíritu de Piedad, toma posesión de mi corazón; inclínalo a creer con sinceridad en Tí, a amarte santamente, Dios mío, para que con toda mi alma pueda yo buscarte a ti que eres mi Padre, el mejor y más verdadero gozo de mi espíritu.

Bendito Espíritu de Ciencia, ayúdame a distinguir entre el bien y el mal. Enséñame a proceder con rectitud en la presencia de Dios. Dame siempre clara visión y decisión firme.

Bendito Espíritu de Fortaleza, vigoriza mi alma, en tiempo de prueba y de adversidad. Dame lealtad y confianza.

Bendito Espíritu de Consejo, ilumíname y guíame en todos mis caminos, para que yo pueda siempre conocer y hacer tu voluntad. Hazme prudente y audaz.

Bendito Espíritu de Entendimiento, ilumina mi mente, para que yo conozca y ame las verdades de la fe, y para que las haga verdadera vida de mi vida.

Bendito Espíritu de Sabiduría, ayúdame a buscar a Dios. Que sea el centro de mi vida, orientada siempre hacia Él, para que reine en mi alma su paz, su amor y su armonía.

Te lo pido en nombre de nuestro amado señor Jesús. Amen.

Sobre los sacramentos

Los sacramentos de la Nueva Ley fueron instituidos por Cristo Jesús y son siete, a saber: Bautismo, Confirmación, Eucaristía, Penitencia, Unción de los enfermos, Orden sacerdotal y Matrimonio. Los siete sacramentos corresponden a todas las etapas y todos los momentos importantes de la vida del cristiano: dan nacimiento y crecimiento, curación y misión a la vida de fe de los cristianos. Hay aquí una cierta semejanza entre las etapas de la vida natural y las etapas de la vida espiritual (cf S. Tomás de A.,s.th. 3, 65,1).

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